Las autoridades brasileñas han comenzado a retirar los cuerpos de las 62 víctimas del trágico accidente aéreo ocurrido en Vinhedo, una localidad situada a 80 km al noroeste de São Paulo. El avión, operado por la aerolínea Voepass, se precipitó el viernes en una zona residencial, convirtiendo un apacible entorno en un escenario de devastación. Según la aerolínea, todos los pasajeros eran de nacionalidad brasileña.
Desde este sábado, aproximadamente 200 personas, entre bomberos, policías y personal de emergencia, trabajan sin descanso para recuperar los cuerpos entre los restos del fuselaje del avión. Hasta el momento, han logrado retirar 21 cuerpos que serán trasladados a la morgue de São Paulo para su identificación. El capitán Maycon Cristo, portavoz de los bomberos, advirtió que debido a la complejidad del terreno y las condiciones meteorológicas adversas, las labores podrían extenderse por varios días.
El accidente, que ha conmocionado a todo Brasil, ocurrió cuando la aeronave, un ATR franco-italiano, volaba desde Cascavel, en el estado de Paraná, hacia el aeropuerto internacional de Guarulhos en São Paulo. Imágenes captadas por medios locales muestran cómo el avión cayó en picado a gran velocidad, dejando apenas un minuto entre el inicio de la caída y el impacto.
El sitio de seguimiento de vuelos Flight Radar 24 informó que la aeronave descendió bruscamente de 17,000 pies a 4,000 pies en ese corto lapso. La Fuerza Aérea Brasileña confirmó que perdió contacto con el radar a las 13:22 horas locales, y el Centro de Investigación y Prevención de Accidentes Aeronáuticos de Brasil (Cenipa) ya ha iniciado una investigación para determinar las causas del siniestro.
Los primeros análisis de la caja negra recuperada el viernes serán fundamentales para esclarecer los motivos de la tragedia. Según la Agencia Nacional de Aviación Civil, la aeronave cumplía con todas las normativas vigentes, y la tripulación contaba con los certificados correspondientes. Marcel Moura, director de operaciones de Voepass, señaló que la noche anterior al accidente, el avión había pasado por un mantenimiento de rutina sin presentar problemas técnicos.
El fabricante ATR también ha ofrecido su colaboración en la investigación, mientras que los vecinos de la zona, impactados por el suceso, describieron cómo el avión se desplomó y explotó al tocar tierra, generando una inmensa columna de humo. Este accidente se suma a una serie de tragedias aéreas en Brasil, recordando la vulnerabilidad y la importancia de la seguridad en la aviación.