20 septiembre, 2024

En el corazón de la Ciudad de México, la Alameda Central, un emblema histórico y cultural, enfrenta nuevamente la presencia de vendedores ambulantes a pesar de los intentos por parte de las autoridades de controlar el comercio informal en la zona. Aunque recientemente se colocaron vallas metálicas como parte de un esfuerzo de rehabilitación y regulación, la medida no ha impedido que los comerciantes regresen y ocupen espacios clave dentro y alrededor del parque.

 

Desde el pasado 22 de julio, cuando se colocaron las vallas, el objetivo era claro: facilitar los trabajos de mantenimiento y reducir la presencia de vendedores que, según algunos visitantes, obstaculizan el paso y afectan la estética del lugar. Sin embargo, un recorrido reciente ha demostrado que al menos 150 puestos han sido instalados en los alrededores del parque, incluyendo áreas cercanas al Palacio de Bellas Artes y a lo largo de avenidas importantes como Hidalgo y Juárez.

 

Además de los problemas de movilidad y estética, la presencia de vendedores ambulantes en la Alameda Central ha sido vinculada a problemas de seguridad. Según informes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), grupos delictivos como La Unión Tepito y la Anti Unión han disputado el control de las extorsiones a los comerciantes en esta área, generando episodios de violencia y riñas.

 

Ante esta situación, el gobierno local, encabezado por Martí Batres, ha señalado que se han logrado algunos avances en la reducción del número de vendedores informales y que se mantiene un diálogo con los comerciantes para encontrar soluciones que beneficien a ambas partes. Aunque se han retirado algunos grupos, el desafío persiste y requiere de una estrategia más efectiva y coordinada.

 

La Alameda Central, con su rica historia y su relevancia cultural, merece ser un espacio que todos los ciudadanos y visitantes puedan disfrutar libremente. Las autoridades enfrentan la tarea no solo de mejorar el aspecto físico del parque mediante renovaciones y mantenimiento, sino también de garantizar que se respete como un lugar de recreación pública sin las complicaciones que implica el comercio informal.

 

La solución a este problema no es solo una cuestión de infraestructura o de imposición de barreras físicas, sino de gestión urbana, diálogo social y aplicación efectiva de la ley, que asegure un equilibrio entre el derecho al trabajo de los vendedores y el derecho al disfrute del espacio público por parte de la comunidad.

 

El regreso de los vendedores ambulantes a la Alameda Central después de la instalación de vallas es un recordatorio de que las medidas temporales no son suficientes para resolver problemas estructurales y que se requiere de un enfoque más integral y sostenido para recuperar y preservar este emblemático espacio para las futuras generaciones.