20 septiembre, 2024

Científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han identificado dos “sismos lentos” de magnitud 4 como la causa de los microsismos que sacudieron zonas de la Ciudad de México en 2023. Estos sismos lentos ocurrieron en las fallas de Barranca del Muerto y Mixcoac, y según los investigadores, podrían estar relacionados con  labores de extracción de agua en la capital.

 

Los sismos lentos son deslizamientos en fallas geológicas que ocurren de manera imperceptible y pueden durar días, semanas o incluso meses. Estos eventos, aunque no se sienten como los terremotos tradicionales, pueden inducir microsismos que son perceptibles y generan preocupación entre la población.

 

 

El sismólogo de la UNAM, Víctor Manuel Cruz Atienza, explicó que tanto los sismos lentos como la actual actividad microsísmica están probablemente ligados a la extracción de agua para abastecer a la Ciudad de México. Este proceso, necesario para satisfacer la demanda de agua de la capital, podría estar causando movimientos en las fallas geológicas debido a la propagación de fluidos en el subsuelo.

 

Un caso particular ocurrió el 11 de mayo, cuando un microsismo de magnitud 3.2 se registró en la falla de Barranca del Muerto. El profesor investigador Dario Solano y su equipo de la Facultad de Ingeniería de la UNAM utilizaron imágenes satelitales para identificar un hundimiento localizado y extendido en la colonia San José, un fenómeno que nunca antes se había observado en la Ciudad de México.

 

 

En los últimos dos años, se ha descubierto que una de las causas de los sismos lentos superficiales es el fracking o fracturación hidráulica. Aunque en la Ciudad de México no se practica el fracking, la extracción de agua puede tener un efecto similar al propagar fluidos en el subsuelo, lo que provoca deslizamientos en las fallas geológicas.

 

La actividad sísmica en la Ciudad de México no se limita a los grandes terremotos destructivos. Existen fenómenos menos perceptibles, como los sismos lentos, que también pueden tener un impacto significativo. Con el avance de la ciencia y la tecnología, los investigadores continúan estudiando estos fenómenos para mejorar nuestra comprensión y preparación ante futuros eventos sísmicos.