19 septiembre, 2024

En la era digital actual, los influencers han emergido como figuras prominentes que moldean tendencias, opiniones y comportamientos de millones de seguidores en todo el mundo. Sin embargo, la creciente influencia de estos personajes también ha suscitado debates sobre su impacto real en la sociedad y, en particular, en la juventud. ¿Son realmente modelos a seguir o, en algunos casos, podrían ser considerados como villanos que promueven valores cuestionables?

 

Los influencers, creadores de contenido en plataformas como Facebook, Instagram y TikTok, se han convertido en figuras públicas que producen esquemas de consumo, influenciando la creación, promoción y transmisión de conocimiento, creencias, ideologías, estereotipos y prejuicios. Sus seguidores absorben y reproducen estas ideas, impactando en la construcción de su identidad, personalidad y conducta. Estos influencers se convierten en referentes para seguir, admirar o idolatrar.

 

El sueño de ser Influencer

Un estudio del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) revela que convertirse en influencer es el sueño de muchos niños y adolescentes en México. Según el INEGI, para el 2022 existían 400 mil influencers en el país, siendo el tercer país de América Latina con mayor cantidad de “generadores de contenido”. De acuerdo con datos oficiales, seis de cada diez jóvenes mexicanos ya no aspiran a ser doctores, abogados o tener una profesión tradicional, sino a ser influencers, atraídos por la posibilidad de ganar miles de pesos y disfrutar de una vida de lujos con aparentemente poco esfuerzo.

 

El estudio también destaca que el 87% de los influencers actuales apenas tiene un nivel básico de estudios. Este fenómeno pone en evidencia una tendencia preocupante: la preferencia por carreras en el ámbito digital sobre la educación formal y tradicional.

 

Es crucial reconocer la influencia que tienen estos creadores de contenido. El problema radica en que el contenido que producen puede promover falsas representaciones de la realidad y normalizar conductas de violencia, discriminación, prejuicio, sexismo o racismo. Las representaciones distorsionadas del entorno invisibilizan la diversidad de creencias, cuerpos, estilos de vida, belleza e identidades, legitimando prácticas que pueden dañar física, emocional o psicológicamente a otras personas.

 

Eugenia Cooney y la promoción de la delgadez extrema

Eugenia Cooney es un ejemplo de cómo los influencers pueden promover ideas dañinas. Su imagen promueve la delgadez extrema como sinónimo de belleza, ocultando los trastornos alimenticios que puede implicar. Esto puede generar ansiedad y estrés en personas que no alcanzan los ideales corporales que ven en sus influencers favoritos.

 

Temach y la normalización de conductas machistas

El youtuber Temach es un caso reciente y controversial. Promueve ideologías sobre “cómo ser hombre y cómo actuar frente a las mujeres y las relaciones amorosas” sin fundamento teórico o científico. Sus ideas fomentan la violencia de género y prácticas machistas, sexistas y misóginas. Sus seguidores incluso se han hecho “bautizar” en espacios públicos, conformando una especie de colectivo enajenante con tendencias a volverse una secta.

 

YossTop y la difusión de conductas de agresión sexual

YossTop es otro caso notable. Fue encarcelada por naturalizar y difundir conductas de agresión sexual hacia un menor de edad. Este ejemplo evidencia cómo los influencers pueden cruzar límites legales y éticos, causando daños significativos tanto a individuos como a la sociedad en general.

 

La necesidad de una regulación

Ante el impacto negativo que pueden tener los influencers, es necesario regular los contenidos en redes sociales. En México, existen algunas normas que regulan la información en redes, especialmente en materia de protección de datos. Sin embargo, no existe una ley que garantice los derechos de los usuarios digitales.

 

La guía de publicidad para influencers

En México, la Guía de Publicidad para Influencers emitida por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) no es obligatoria, sino una serie de recomendaciones. Esta guía busca que la información compartida por los influencers sea veraz, comprobable, clara y no engañosa, según lo establece el artículo 32 de la Ley Federal de Protección al Consumidor.

 

Gerardo Sordo, CEO y fundador de BrandMe, comenta que la guía surgió de preocupaciones planteadas en la XXXVIII Trigésima Octava Sesión Ordinaria del Consejo Consultivo del Consumo en agosto de 2021. Estas inquietudes se centraron en asegurar que la información compartida por los influencers fuera veraz. Sordo resalta cuatro aspectos principales de la guía:

  1. Definición de Publicidad: Aclarar qué es publicidad, incluyendo colaboraciones pagadas o intercambios.
  2. Transparencia en Contenidos Patrocinados: Informar a los consumidores si las publicaciones tienen una relación comercial con una marca usando hashtags como #PublicidadPagada, #OpinionesPersonales o #PatrocinadoPor.
  3. Veracidad de la Información: Evitar referencias ambiguas y asegurarse de que la información sea clara y comprensible.
  4. Responsabilidad del Influencer: Los influencers deben asegurarse de que los productos o servicios que anuncian cumplan con la regulación aplicable y sellos de la Cofepris.

Aunque la guía no es obligatoria, las marcas más profesionales exigen a los influencers que hagan este tipo de revelaciones. Sin embargo, estas recomendaciones son de “buena voluntad” y no incluyen sugerencias para marcas, agencias y medios. Los jóvenes no solo admiran y confían en estos creadores, sino que también están dispuestos a invertir económicamente en ellos a través de suscripciones y donaciones. Este fenómeno destaca la importancia de fomentar competencias digitales críticas y una regulación de este tipo de carreras en el mundo digital.

 

Con el creciente poder de influencia que tienen, los creadores de contenido también asumen una gran responsabilidad en la formación de sus seguidores. Los influencers, especialmente aquellos con audiencias jóvenes, deben ser conscientes del impacto de sus acciones y mensajes. La ética y la autenticidad son cruciales para mantener la confianza y el respeto de su audiencia.