Los nadadores de élite que competirán en los Juegos Olímpicos de París 2024 confían en que los innovadores bañadores diseñados por Speedo les proporcionen una ventaja crucial en sus competiciones.
La empresa ha lanzado una nueva versión de su famoso bañador Fastskin LZR Racer, utilizando tecnología desarrollada para la industria espacial. Este modelo es notablemente ligero y ha sido adoptado por destacados nadadores como la australiana Emma McKeon, el estadounidense Caeleb Dressel y el británico Adam Peaty.
Caeleb Dressel, quien ganó cinco medallas de oro en los Juegos de Tokio 2021, tiene grandes expectativas con el nuevo bañador. “Creo realmente que el nuevo bañador me ayudará”, afirmó. Emma McKeon, ganadora de siete medallas en Tokio, cuatro de ellas de oro, describió la prenda como la “más rápida que jamás ha utilizado“, destacando su capacidad para deslizarse por el agua.
El Fastskin LZR Racer de Speedo ha sido diseñado con tecnología usada para proteger satélites espaciales, representando el último avance en la competencia entre marcas como Arena, Mizuno y Jaked para crear trajes que optimicen el rendimiento de los nadadores.
Kevin Netto, profesor de Ciencias de la Salud en Perth, Australia, explica que la resistencia al agua es uno de los mayores obstáculos para los nadadores. “Si algo disminuye esa resistencia, eso tiene un gran valor para el nadador”, señaló. Los materiales de los bañadores han evolucionado desde la franela hasta el nilón, la licra, el algodón, la seda y el látex.
Junto con los bañadores, las gafas de natación también han mejorado, existiendo modelos que permiten conocer la velocidad a la que uno nada. Sin embargo, su uso no está permitido en los Juegos Olímpicos.
World Aquatics, la Federación Internacional de Natación, exige que los bañadores estén hechos de materiales permeables. Esta regulación se implementó después de la controversia en los Juegos de Pekín 2008, donde Speedo fue acusada de “dopaje tecnológico”. Sus trajes, diseñados con la ayuda de la NASA, y otros similares de Arena, contribuyeron a batir numerosos récords. En 2010, se prohibieron esos bañadores y las prendas que cubren todo el cuerpo. Ahora, los trajes pueden cubrir como máximo desde el cuello hasta la rodilla.
El objetivo principal de estos bañadores es reducir la resistencia al agua. Si permiten una compresión adecuada, la figura del nadador se vuelve más aerodinámica, reduciendo las oscilaciones y la resistencia. Sin embargo, no hay evidencia concluyente de que estos bañadores influyan decisivamente en el rendimiento.
Un estudio de la Universidad Europea de Madrid, que examinó 43 casos, concluyó que “no había pruebas evidentes” de su impacto en el rendimiento. A pesar de que algunos creen que mejoran el rendimiento, no hay consenso entre los investigadores.