8 enero, 2025
45 Plazas chinas en centro capitalino carecen de medidas de protección civil

 

En el Perímetro B del Centro Histórico de la Ciudad de México, al menos 45 plazas comerciales administradas por comerciantes chinos operan sin permisos de uso de suelo ni medidas de protección civil, generando un creciente malestar entre locatarios y vecinos. Estas plazas, ubicadas en inmuebles de alto valor arquitectónico, representan un doble problema: riesgo para la seguridad de clientes y trabajadores y competencia desleal hacia el comercio local.

 

Habitantes y comerciantes establecidos denuncian que estas plazas surgieron irregularmente desde 2019, cuando los comerciantes chinos comenzaron a desplazar a los vendedores coreanos y otros grupos que operaban en la zona desde los años 90. Durante la pandemia de COVID-19, la llegada masiva de mercancías chinas acaparó el 70% del mercado local con artículos de bajo costo y calidad, como ropa, productos de belleza, artículos para el hogar y papelería.

 

Un comerciante del mercado Mixcalco relata: “Una piyama mexicana cuesta 150 pesos, pero ellos la venden en 50 pesos. No hay forma de competir. Ni robándome la tela”. Además, se calcula que en la plaza Peña y Peña, ubicada en el antiguo cine Florida, mil comerciantes chinos trabajan diariamente, contratando a empleados mexicanos para atender a los clientes, mientras ellos manejan las operaciones desde las cajas registradoras.

 

Las denuncias no solo señalan la competencia económica, sino también los riesgos. Vecinos indican que en estas plazas faltan extintores, rutas de evacuación y espacios libres en las bodegas, donde pacas de ropa obstruyen accesos. Algunos inmuebles, ubicados en calles como Rodríguez Puebla, Manuel Doblado y José Joaquín Herrera, operan con contratos de renta tres veces más altos que el promedio, lo que permite a los comerciantes chinos asegurar su expansión en edificios protegidos por su valor arquitectónico.

 

Además la Central de Mayoreo, en la calle Apartado, que anteriormente albergaba muebles, fue uno de los primeros espacios ocupados, marcando un patrón de crecimiento descontrolado. Comerciantes y vecinos urgen a las autoridades a regular esta situación que pone en peligro la seguridad y el patrimonio de la zona, además de afectar gravemente al comercio local.

 

“Hoy no hay nadie en las calles que no venda productos chinos”, afirma Ana, expropietaria de un taller de impresión de camisetas. Ahora comercia playeras y mallas térmicas importadas. “La gente solo busca comprar barato”.

 

Autoridades y ciudadanos enfrentan el reto de equilibrar seguridad, patrimonio y comercio justo en el corazón de la capital.